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La globalización, esa gran desconocida


La globalización ya forma parte de nuestro día a día. Prácticamente, si miramos a nuestro alrededor todo lo que observamos tiene directamente o indirectamente una relación con la globalización, es una gran cadena que cada vez abarca más y más ocupando casi todo lo relacionado con la economía sin librarse absolutamente nada. Pero antes de entender sus causas y sus consecuencias, necesitamos saber qué es la globalización.
Cualquier definición que busquemos nos dice que la globalización es un proceso a gran escala económico, social y cultural que consiste en una unificación masiva de los mercados. ¿Qué significa esto? Significa que al ser todo un mismo mercado, no hay impuestos entre los países a la hora de exportar mercancías y que por tanto cualquier empresa puede irse a donde quiera para fabricar sus productos. Esto nos aportaría grandes beneficios, pues los países punteros pueden mover sus fábricas e industrias donde más les convenga, a los países tercermundistas donde los impuestos son bajos, donde hay una mano de obra barata y donde no hay derechos para los trabajos y, por tanto, se someten a horarios abusivos y a condiciones infrahumanas con tal de ganas tres cuartos menos que un empleado normal en un país desarrollado.
Y, evidentemente, la globalización tiene enormes ventajas para todo país que ansía expandirse. Su economía aumenta notablemente viendo en sus ingresos grandes cantidades de beneficios debido a que producen mucho más de lo que consumen o gastan. Pueden tener más trabajadores en una misma empresa pagándoles la mitad de lo que harían en su propio país a muchas menos personas, y las condiciones en las que esté la empresa o la industria son inverosímiles, pues no hay ningún tipo de organización ni sindicato que defienda sus derechos como el salario que cobran, o inclusive las horas que trabajan. Pero tampoco hemos de olvidarnos que otra ventaja para aquellos países pioneros, es que aprovechando que no hay una regulación de las empresas, los contratos están amañados. Pueden echarles de su trabajo cuando quieran, y sin explicaciones. Y tal vez lo peor sea que muchos de ellos no saben ni lo que firman, pues, ¿qué va a saber entender un analfabeto mirando letras que para él no representan mas que el posible pan para su familia? Ellos firmarán, o pondrán su huella dactilar pensando en que por fin va a poder alimentar a su familia aunque no cobre ni un euro al día. Por estas razones es por la que la mayoría de productos que hoy en día se consumen no proceden de nuestro país, sino de países en vías de desarrollo y sobre todo, de Asia.
Pero, ¿hasta dónde llegan las consecuencias de la globalización? Unos dirán que la globalización es el paso hacia el desarrollo mundial, el futuro del mundo, la base de nuestra vida y que es necesaria. Y sin embargo, no nos planteamos que no sólo tenemos consecuencias buenas como un aumento notable de nuestras riquezas, sino que además también hay malas.
Es como una enorme cadena que va arrastrando muchas cosas. Y aunque parezca que no, nosotros salimos enormemente perjudicados. Hoy en día tenemos la llamada crisis económica, y si nos damos cuenta, la mayoría de la gente que está en paro es por una reducción de plantilla o porque simplemente la empresa se va a otro país para obtener los beneficios que no podría obtener donde está. El paro aumenta a récords históricos y la gente se queda en la calle y sin poder pagar nada, sin poder alimentarse y malviviendo con el dinero que les dé el Estado.
¿Sólo en los países desarrollados? Muchas guerras civiles vienen a consecuencia de la globalización. La obtención y extracción de las materias primas se vuelve sangrienta hasta tal punto que es corriente que haya bombas a diario. La gente prefiere ir a la guerra porque les pagan mejor y se alimentan mejor que trabajando en una fábrica para una marca puntera, y los países viven día a día con la tensión en sus calles. No sería la primera vez que muchos países desarrollados se aprovechan de estas guerras vendiendo armas al país y comprando mercenarios para defender sus intereses y mantener así sus beneficios económicos. Y tampoco sería la primera vez que vemos a niños en la guerra empuñando armas en sus manos. Pero ellos han vivido así, han crecido viendo un conflicto y han sido educados diciéndoles que la guerra es su vida y que es donde mejor pueden estar para vivir. Y sin embargo, no vemos que los derechos humanos se apliquen, el nivel de alfabetismo aumenta y también las enfermedades. Millones de chicas y mujeres tienen que prostituirse debido a que algún familiar ha muerto y necesitan subsistir como puedan. El contagio de enfermedades venéreas es altamente alarmante y las condiciones higiénicas son pésimas, y millones de personas mueren no sólo por este tipo de enfermedades, sino por falta de hambre o porque beben agua en pésimas condiciones…Y ya no es por la guerra. No sería la primera vez que una gran marca arrebata a una familia que llevaba siglos viviendo en una zona para poder colocar su fábrica. O arrasan enormes campos que aunque no den grandes beneficios sirven para subsistir a los mismos.
Por otra parte, hay un intercambio enorme de culturas dado que se transmiten con más rapidez. Unas se hacen más fuertes, predominan cada vez con más fuerza sobre los países. Y otras culturas, como las indígenas de ciertos países con dialectos propios, desaparecen. Las más flojas son arrasadas mientras que las más fuertes son las que arrasan. Mientras una crece, la otra se va destruyendo poco a poco.
Otra gran consecuencia es el éxodo. No hablamos de un éxodo rural hacia una gran ciudad, sino éxodos masivos de grandes poblaciones hacia países que aunque estén en la otra punta pueden facilitarles la vida. Salimos a la calle y es habitual ver a gente de distintas razas, culturas, religiones y nacionalidades y debería ser habitual preguntarnos qué le ha movido a esa persona para moverse de su país. Muchos de ellos no lo han hecho por gusto, ha sido por necesidad. Necesidad de comer, de subsistir, de vivir y de buscar un trabajo en mejores condiciones. La mayoría proceden de países poco desarrollados en los cuales no tenían futuro. Y que aunque no salga en la televisión, muchos de ellos viven a diario guerras civiles en la lucha por poseer algo. Hay veces que esto arrastra hasta a un nivel de conflictividad enorme en las ciudades con contrabando de todo tipo de substancias. ¿Por qué? Una de las muchas consecuencias de la globalización.
Y por último, queda la gran consecuencia, la que más estamos notando, el cambio climático. Hay diversas teorías a raíz de éste, unos dicen que la tierra sufre procesos en los cuales está más caliente y los polos se deshielan, y otros en los que los polos se congelan tanto que llegan hasta el norte de Francia. Es cierto que recientes estudios científicos han demostrado que parte de lo que se dice es cierto, pero el 80% restante no es ni más ni menos que la destrucción que nosotros mismos hacemos hacia nuestro planeta. Las industrias, los coches,  todo genera residuos tóxicos que alteran la atmósfera produciendo tanto destrucción de capa de ozono, como que se alarguen las primaveras y se acorten los inviernos, que el Polo Norte sufra deshielo pudiendo provocar un aumento del mar tan masivo que pueda destruir a países hundiéndolos…No es más que una realidad del día a día que si no se actúa rápidamente y pronto intentando paliarla nuestros predecesores tendrán que buscar planetas exteriores en los que poder vivir. Suena a ciencia ficción, pero puede ser una realidad como no busquemos fuentes y energías renovables y se deja de promocionar tanto las industrias petrolíferas y las nucleares
Podemos observar que en realidad lo que vemos sobre sus consecuencias no es la mínima parte de la verdad. Debemos levantar la alfombra y buscar el polvo para poner solución. No podemos permitir que en el siglo XXI tengamos un modelo económico del cual para obtener beneficios haya que recoger tantas consecuencias y muchas de ellas cobrándose la vida de los demás. Podríamos llamar hasta a la propia sociedad de hipócrita por fingir preocuparse por los países desarrollados cuando muchas veces miran por sus intereses económicos y el poco dinero que se dan a ONG’s están muchas veces corrompidas y no se consigue ver en ventajas todo aquello que se ha aportado. Sin embargo, cabe decir a todo  esto que si la sociedad quiere de verdad un cambio para que el mundo avance y para intentar erradicar tantos problemas que aunque no nos toquen directamente nos lleguen indirectamente, debemos ponernos manos a la obra y no perder ni un solo segundo. Está visto que solamente se pueden cambiar los grandes modelos capitalistas si la gente se une con esta causa. Quién sabe, quizás en un futuro próximo consigamos un mundo más justo. Soñar es gratis, actuar, sin embargo, nos cuesta más.

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1 comentarios:

Ana Estela i Gallach dijo...

Fantàstica argumentació des de tots els punts de vista: informació, cohesió, estructura, conclusió,riquesa, poètica... Un magnífic treball. Publicable com a mínim en La cassola. Pregunteu-li a David Ferrer de la Comissió de Gestió Cultural.

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